superviviente

Tú no eres un superviviente de tus traumas

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No eres un superviviente. De hecho, no eres una “cosa” que se pueda etiquetar. Como si fueras una mesa de la que podamos decir: es de madera, es grande y tiene 4 patas. No te puedes etiquetar de ninguna manera.

Es posible que te hayan dicho muchas veces, incluso tu propio psicólogo o terapeuta, que eres un superviviente de tu trauma. “Eres un superviviente de tu cáncer”, “eres un superviviente de los abusos en tu infancia”, “eres un superviviente de la violencia que ejercieron sobre ti”.

Pero no eres nada de eso. No eres tu cáncer, no eres tu enfermedad, no eres tus traumas, no eres tus recuerdos dolorosos, no eres tu rabia.

Si caes en la identificación, terminarás somatizando en tu cuerpo aquello con lo que te identificas. Mi cuerpo seguirá sobreviviendo a “cosas” porque eso es lo que soy, una superviviente.

Así es nuestro ego, y así funciona nuestra mente. Van a luchar con uñas y dientes por mantener la identidad. Por eso el proceso de romper con todas las identificaciones que un día “compraste” es tan arduo y por lo general, lleva años hacerlo.

Además, también es necesario. Si sufriste eventos traumáticos, será necesario que pases por esta fase de identificarte como superviviente, como víctima, como alguien que sufrió una injusticia tremenda. Que atravieses la rabia, la frustración y el dolor que esto conlleva.

Pero si quieres sanar, hay que dar un paso más. Si soy una superviviente… Una vez que he sobrevivido, ¿qué soy?, ¿quién soy?

El movimiento sanador en este punto es pasar de la pregunta ¿qué soy? (una superviviente), a ¿dónde estoy ahora?

Esto conlleva el entendimiento de que no somos algo estático. Somos procesos cambiantes, que fluyen, que cambian y evolucionan a cada momento. No SOY “algo”, ESTOY en algún punto de un proceso, de una transformación.

Soy un Ser en constante cambio y transformación. Y no soy nada “estático” con lo que me pueda identificar.

Vengo de un camino, ahora me encuentro en este punto, y sigo transformándome hasta que me muera.

Es mucho más sanador sentir que mi cuerpo se está expresando en este instante con un cáncer. Que sentir que soy una persona enferma de cáncer.

Lo primera expresa un momento, un instante, un movimiento, una expresión que ahora se está dando, pero que puede transformarse o desaparecer.

Lo segundo expresa una condición fija. Algo inamovible. Algo incuestionable.

Durante muchos años me sentí una superviviente. No solo yo, sino toda mi familia. Mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos… Todos supervivientes de distintas tragedias.

Llevaba la etiqueta de superviviente tan grabada en el ADN que ya formaba parte de mí a todos los niveles. Cognitivo, corporal, espiritual…

Pero ya no soy una superviviente. Soy un Ser viviente que expresa una variedad enorme de posibilidades. Algunas que las juzgo como “buenas”, otras como “malas”, pero en realidad no son ni lo uno ni lo otro.

Son simplemente posibilidades que se expresan a través de mi, de mi alma.

Soy un Ser cambiante, en constante transformación. En un cuerpo que expresa todas las posibilidades que habitan en mi inconsciente, tanto propio como colectivo y transgeneracional.

No soy más superviviente.

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