rechazo

Cuando de niños o adolescentes hemos vivido experiencias traumáticas muy fuertes lo primero que ocurre es la disociación. El cuerpo y la mente no son capaces de “metabolizar” lo que está ocurriendo. La carga de energía que está explotando en el cuerpo es tal, que el niño sólo tiene una vía para sobrevivir: desconectarse.

Esta “desconexión” será la primera experiencia del niño de RECHAZO de la realidad presente. Los niños viven en un constante SI a la Vida. En una constante aceptación de todo lo que se presenta. Hasta que ocurre algo tan caótico dentro de sus cuerpos que no les queda otra que rechazarlo y disociarse.

Desde mi primer evento traumático, en el vientre de mi madre, he vivido con esta sensación. La realidad, la experiencia, es inaceptable.

Hasta hace muy poco no he tenido la experiencia de empezar a “atisbar” la total aceptación. De sentir en mi piel que no quiero huir ni escapar de lo que me está ocurriendo.

Siempre he percibido, en uno u otro sentido, que mi realidad no era 100% aceptable. Evidentemente no era un pensamiento consciente. Pero siempre había esta tendencia a evadirme. Cuando era niña lo hacía imaginado otros mundos, otras circunstancias, otras experiencias…

De adulta, lo he hecho teniendo constantes expectativas de lo que será mi Vida. Como es ahora, no es 100% aceptable. Mi situación económica, mi trabajo, mi situación familiar, mi cuerpo, mi vida social… no es aceptable. Ya seré “feliz” cuando lo sea…

Desde las Constelaciones Familiares se habla todo el rato de aceptar nuestra historia tal cual fue. Aceptar la vida de nuestros ancestros, lo que les ocurrió, la vida de nuestros padres…

Pero esto no es posible. Y ahora comprendo por qué muchas veces “no funcionan” las constelaciones.

Es imposible que podamos aceptar el pasado, si no podemos aceptar nuestro presente. Y es una paradoja muy complicada. Porque la aceptación no se da en un tiempo determinado. Se da siempre o nunca. Se da o no se da. Aceptas o no aceptas.

Si estás rechazando tu presente, en cualquier medida en que lo estés haciendo, no serás capaz de aceptar tu pasado. Y no porque no quieras, simplemente no puedes.

Cuando no hemos tenido la experiencia de la aceptación, porque vivimos eventos tan traumáticos que nuestro niño colapsó, viviremos rechazando partes de nuestra vida. Y viviremos esperando que una fuera superior “nos salve” y nos compense por todo el sufrimiento vivido.

Y ese es el cambio de mentalidad que nos permitirá sanar. Dejar el pasado en el pasado. Porque el trauma no está en el pasado, EL TRAUMAE ESTÁ EN EL PRESENTE. En nuestras células, ADN, huesos…. El ejercicio es empezar a sanar nuestro presente. El ejercicio es empezar a aceptar nuestra experiencia actual.

Para mí, el ejercicio es el siguiente. Cada vez que me acuerdo, me paro. Observo mi realidad en ese momento, sea cual sea. Y me digo a mí misma:

“Esto es lo que hay. Esta es mi realidad. Y quizá no cambie nunca. Tengo que vivir plenamente consciente de esta realidad. Amando esta realidad. Abrazando esta realidad. Deseando que las cosas se den aquí y ahora, con lo que soy y lo que tengo en este instante. Abrazo mi experiencia y soy feliz. No deseo otra cosa, no necesito otra cosa. Existo plenamente y eso es más que suficiente para mí”.

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